31.5.10

MI BANDONEON Y YO

Mi bandoneon y yo (Crecimos juntos)
Tango
Música: Rubén Juárez
Letra: Julio Martín
A veces se me hace que nació conmigo
y durmió en mi cuna pegao a mis pies.
Que fue mi juguete y mi perro de pibe
y toda la infancia la corrí con él.
Que anduvimos juntos, atorro y milonga,
desde mi bohemia, cigarro y café.
Y a veces rodamos maneaos por el suelo
y nos levantamos con la misma fe.

Mi bandoneón y yo crecimos juntos,
emparentaos, tal vez, por la pobreza...
Muchas veces reímos de alegría
y otras veces, lloramos de tristeza.
Yo le hablo de hombre a fueye, mano a mano.
Lo mismo que si hablara con la vieja.
Y cuando él me responde, se me antoja
que Buenos Aires mismo me contesta.

Sí, hermano, como siempre
con vos hasta que muera...

Si yo a mi bandoneón lo llevo puesto
como un cacho de tango entre las venas.
Y está de Dios que al dar mi último aliento,
moriremos a un tiempo... mi bandoneón y yo.



Donde el poeta comparte su lecho por vez primera

Donde el poeta comparte su lecho por vez primera

Guardo la primavera

bajo mi blanca sábana.

Toco sus manos niñas,

su cintura perfecta,

sus senos como claras

palomas asustándose,

rozo sus hombros tersos,

redondos como frutos

y pronuncio en su boca

mi beso más liviano.

Guardo la primavera:

tengo el amor crecido,

tengo el amor creciendo

como luna en mi cuarto.

Decid, los amadores,

si cuando abril se cuelga

de las acacias vírgenes

hubiera algo más bello

que poseer sus brazos.

Pues yo los tengo ahora

conmigo, floreciéndose,

poblándose de pájaros

pequeños y piantes.

Decid, los amadores...

Mas no digáis, callad.

Callad, que hoy tengo el sueño

ligero y compartido

y no me atrevo ni

a despertar, no vaya

a ser que sólo sea

un sueño tanta dicha.

Afuera queda el mundo,

las estrellas rodando,

y el viento azul y leve

con que Dios se corona.

Pero la primavera

la tengo aquí, conmigo.

Callad. No levantéis

rumor. que yo, por vez

primera, en esta noche

con una rosa duermo.




Carlos Murciano

Si En Brumas Me Hablas de Carlos Murciano



Si en brumas me hablas, callo y no te digo
que en bruma no comprendo tu llamada,
ni conozco tu voz, ni la delgada

gracia de la cintura te persigo.

Si en bruma me acaricias, sumo y sigo:
caricia, más amor, más bruma: nada;
ni pájaro sangrando en enramada,
ni amapola trinando sobre trigo.

A veces va la bruma y nos rodea
y nos viste de gris y nos diluye
náufragos de su pálida marea;

la bruma que derriba y que destruye,
que a sí misma se crea y se recrea
y luego como helada cierva huye.