27.11.06

Historia de Juan Verdaguer


 
Juan Verdaguer (1915 - 2001)
    
"El más serio de los cómicos. El hombre que causaba gracia con la inmutabilidad de su rostro anguloso, conmovido apenas por un rictus tanguero"

"Falleció un humorista amigo en la mayor indigencia y entonces con otros colegas decidimos hacer una colecta para enterrarlo. Me dirigí a un señor y le pedí 10 pesos para enterrar a un humorista, el hombre me dio 30 y me dijo: "Tome, entierre tres".

"Indiscutiblemente, los cómicos no son nada: nacen, viven, se mueren, los entierran, se convierten en fertilizante, crece el pasto sobre él, viene un caballo y se lo come, después de cumplido este proceso físico - químico, hay que tener cuidado dónde pisamos, porque puede ser un primo nuestro."

Juan Verdaguer encarnó a un tipo de cómico por demás particular, que detestaba el "humor pornográfico". Su personalidad era muy seria, un hombre elegante que impuso un estilo con su cigarro y su saco smoking.

Tuvo una trayectoria artística de 70 años. Conocido como "El señor del humor", el cómico nacido en Uruguay empezó su carrera cuando era niño en el circo en el que trabajaban sus padres en Argentina. Así, se formó en las artes circenses.

Pero una circunstancia fortuita alteró su previsible destino de malabarista. Su número consistía en hacer equilibrio mientras tocaba el violín en la punta de una escalera de cinco metros.

Un día se le cortó una cuerda, después se le cortó otra, y para disimular el horrible vacío de esa desgracia, empezó a contar un chiste, luego otro y otro, hasta que el público olvidó a carcajadas su accidente inicial. Con los años, y a partir de los progresivos cambios de status artístico (del circo pasó a los casinos, de los casinos al vodevil, del vodevil al cine, del cine a la televisión) fue puliendo su hallazgo, hasta modelar el personaje que se escapó de todos los clisés humorísticos.

En sus espectáculos solía tocar su violín, subía escaleras equilibrándose y caracterizado por su humor al contar chistes de calidad y de salón. Incluía en sus chistes tanto a su suegra como a su esposa, es aquí donde América adquiere la cultura del humor familiar.

Quienes lo conocían aseguraban que Verdaguer daba vueltas siempre alrededor de los mismos temas: la suegra, la esposa, el amor. Pero tenía una agudeza y una cintura humorística que le permitían reciclar eternamente sus cuentos y monólogos.

El decía, con razón, que "no hay chistes viejos sino oyentes nuevos", y también reconocía que esos oyentes nuevos estaban atrapados en una era regida por la "pornografía humorística". Tenía la esperanza, sin embargo, de que "el público se va a cansar de tanta grosería".

Verdaguer no sólo se destacó en Argentina, donde basó su carrera, sino que brindó espectáculos en varios países de América Latina y hasta filmó una película en China con el entrañable actor argentino Luis Sandrini.

Recorrió mucho mundo. Estuvo en Estados Unidos, México, Perú, Panamá, Australia. Filmó una película con Luis Sandrini en China que se llamó "Cumanchín". También viajaba mucho a Chile, a Uruguay, a Brasil.

Sin embargo, el debut humorístico en televisión que lo catapultó a la fama fue en 1961 con su espectáculo "Este loco, loco hotel", en el entonces flamante Canal 13 de Buenos Aires.

El espíritu itinerante que lo había acompañado en su juventud, cuando recorrió el mundo con sus números humorístico-circenses, se corporizó nuevamente en los últimos tiempos, más por necesidad que por aventura. Con Carlos Garaycochea y Mario Clavell protagonizaba "Masters del humor", obra teatral que obtuvo un premio ACE y le permitió recorrer el interior del país.

Pero su salud se había deteriorado, y debió suspender varias funciones. Su última actuación fue en la ciudad bonaerense de San Nicolás.

Cuando se le preguntaba por su estilo de humor, su respuesta favorita era:

"Asaltan a un hombre y lo dejan completamente desnudo, eso es comicidad. En cambio, si lo dejan en camiseta y calzoncillos, es humorismo. Yo hago humorismo, porque prefiero que la gente se quede, por lo menos, en ropa interior".

El estilo del "humor Verdaguer" también impone la obligación de no reírse nunca de los cuentos que se relatan.

Algunos ejemplos de su humor:

Está probado que en USA un hombre es atropellado cada tres minutos. No me explico el aguante de ese hombre.

- Mi hijo mayor tiene 62 años, en cualquier momento me pasa.

- Hay un antiguo refrán que dice: lo bueno si es breve es doblemente bueno. Así que buenas noches y hasta pronto.

- Tengo tantos chistes para contarles que me siento como aquel sultán, que cuando cumplió 20 años le regalaron 50 hermosas muchachas, es decir, sé lo que tengo que hacer pero no sé por dónde empezar.

- Me he pasado la vida estudiando el humorismo desde todo ángulo posible: psicológicamente, fisiológicamente, biológicamente, antropológicamente y estúpidamente.

- El otro día fui a un siquiatra. Me pidió 1.000 pesos adelantados, yo le dije: "Doctor, es mi problema el que vengo a resolver, no el suyo".

- La vez pasada me recomendaron un doctor muy bueno. No como esos doctores que lo tratan a uno del hígado y uno se muere del corazón. Éste lo trata a uno del corazón, y uno se muere del corazón.

- Papá era tan pobre que cuando pagaba el alquiler dos meses consecutivos, la policía llegaba a preguntar cómo había conseguido el dinero.

- Todos los años la cigüeña venía con un hermanito más, bueno, la cigüeña ya no venía, vivía con nosotros. Cómo sería, que cuando papá llegaba a casa del trabajo, tenía miedo de preguntar ¿qué hay de nuevo?

- No hace mucho tiempo estuvimos reunidos festejando el 101 de mi abuelo, que ya es algo que festejar. 101 años. Ahí nos reunimos todos los hermanos, primos, tíos, parientes, una fiesta lindísima. Fue una pena que él no estuviera ahí con nosotros... él murió cuando tenía treinta y siete...

- Mi esposa y yo tenemos el secreto para un matrimonio feliz: Dos veces a la semana vamos a un restaurante y disfrutamos de una rica comida y un buen vino. Ella va los martes y yo, los viernes.

- Siempre llevo a mi mujer a todas partes. Lo malo es que ella siempre encuentra el camino de regreso.

- Le pregunté a mi mujer adónde quería ir para nuestro aniversario. Ella me dijo: _ "A algún lugar en el que no haya estado hace mucho tiempo". Así que le sugerí la cocina.

- Con mi mujer siempre caminamos tomados de la mano. Si la suelto, se va de compras.

- No he discutido con ella en 18 meses. Es que no me gusta interrumpirla.

- Mi mujer tiene una tostadora eléctrica, una freidora eléctrica, una exprimidora eléctrica, una cafetera eléctrica y una batidora eléctrica. Un día, se quejó: _ "Hay tantos electrodomésticos que ya no queda lugar para sentarse". Entonces le compré una silla eléctrica.

- La última pelea fue culpa mía. Mi mujer preguntó: _ "¿Qué hay en la tele? Y yo dije: "Bastante polvo".

- El matrimonio es la causa número uno de divorcio. Estadísticamente, el 100 por ciento de los divorcios comenzó con un matrimonio.

- Sabes, querida: cuando hablas me recuerdas al mar. - ¡Qué lindo, mi amor! No sabía que te impresiono tanto. - No me impresionas... ¡me mareas!

El marido le pregunta a su mujer: - Querida, cuando me muera ¿vas a llorar mucho? - Claro, sabes que lloro por cualquier tontería....

En un día de un calor bárbaro, el marido sale del baño y le dice a su mujer: - Gordita, hace mucho calor y tengo que cortar el pasto. _ ¿Qué crees que dirán los vecinos si salgo desnudo? - Que probablemente me casé contigo por dinero...

- ¡Auxilio, socorro! ¡Amor, que llamen a los bomberooos... se quema nuestra casaaaaa! - ¡Shhhh!... Silencio, mi amor, ya llamé, pero no grites tanto. Qué necesidad hay de despertar a tu madre?!!

Una pareja de esposos discutía acaloradamente en la calle: - ¡Te voy a demostrar que no vales nada! El señor hace señas a un taxista que se detiene frente a ellos. - ¿Cuánto me cobra hasta el aeropuerto? - Hasta allá,... unos 150 pesos. - ¿Y con mi mujer? - Lo mismo. - Ya ves..., querida, no vales nada!

Juan y María se encontraron por primera vez en la playa. Se miraron, se enamoraron y muy rápido se casaron. En la noche de bodas, Juan le dice a María: - Querida, de hoy en adelante te llamaré Eva. - ¿Por qué? - Porque eres mi primera mujer. - Bueno, qué bien, entonces yo te llamaré Peugeot. - ¿Por que? - Porque eres el 206 -

Una pareja está en un restaurante. Élla le dice a él: - Mira, el joven de la corbata roja me está sonriendo. - ¡Bah! La primera vez que te vi, yo también me morí de la risa.


14.10.06

Como pájaros en el aire

 

Las manos de mi madre
son como pájaros en el aire
historias de cocina
entre sus alas heridas
de hambre.

Las manos de mi madre
saben que ocurre
por las mañanas
cuando amasa la vida
hornos de barro
pan de esperanza.

Las manos de mi madre
llegan al patio desde temprano
todo se vuelve fiesta
cuando ellas vuelan
junto a otros pájaros
junto a los pájaros
que aman la vida
y la construyen con el trabajo
arde la leña, harina y barro
lo cotidiano
se vuelve mágico.

Las manos de mi madre
me representan un cielo abierto
y un recuerdo añorado
trapos calientes en los inviernos.

Ellas se brindan cálidas
nobles, sinceras, limpias de todo
¿cómo serán las manos
del que las mueve
gracias al odio?

Peteco Carabajal


16.8.06

Eduardo Galeano


Nochebuena
 

Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.

En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

-Decile a... -susurró el niño-

Decile a alguien, que yo estoy aquí.

4.8.06

take six

UN POQUITO DE MUSICA VOCAL, PERO, SOLO VOCAL...



http://www.youtube.com/watch?v=tfHohRpcjo0

1.8.06

Mario Benedetti

Si Dios fuera una mujer



¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
 
 
 


 

18.7.06

Niebla del Riachuelo
















Niebla del RiachueloTango (02'23")
Música: Juan Carlos Cobián
Letra: Enrique Cadícamo
Orquesta
Canta: Edmundo Rivero
Buenos Aires
Letra:


Turbio fondeadero donde van a recalar,
barcos que en el muelle para siempre han de quedar...
Sombras que se alargan en la noche del dolor;
náufragos del mundo que han perdido el corazón...
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
barcos carboneros que jamás han de zarpar...
Torvo cementerio de las naves que al morir,
sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir...

¡Niebla del Riachuelo!..
Amarrado al recuerdo
yo sigo esperando...
¡Niebla del Riachuelo!...
De ese amor, para siempre,
me vas alejando...
Nunca más volvió,
nunca más la vi,
nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí...
esa misma voz que dijo: "¡Adiós!".

Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín...
Llueve sobre el puerto, mientras tanto mi canción;
llueve lentamente sobre tu desolación...
Anclas que ya nunca, nunca más, han de levar,
bordas de lanchones sin amarras que soltar...
Triste caravana sin destino ni ilusión,
como un barco preso en la "botella del figón"...

8.7.06

Francisco Luis Bernárdez

Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.

 

17.6.06

A pesar de todo (Maria Elena Walsh)



A pesar de todo, me trae cada día
la loca esperanza, la loca poesía.

A pesar de todo, de todas las cosas,
me brota la vida, me crecen las rosas.

A pesar de todo me llueven luceros,
invento un idioma diciendo te quiero.

Un sueño me acuna, y yo me acomodo
mi almohada de luna, a pesar de todo...

A pesar de todo, la vida que es dura,
también es milagro, también aventura.

A pesar de todo irás adelante.
La fe en el camino será tu constante!

A pesar de todo, dejándola abierta,
verás que se cuela el sol por tu puerta.

No hay mejor motivo, si encuentras el modo,
de sentirte vivo... A pesar de todo!

A pesar de todo estoy aquí puesta,
los pájaros sueltos, la luna de fiesta.

A pesar de todo me besa tu risa,
y el duende, y el angel del vino y la brisa.

A pesar de todo, el pan y la casa,
los chicos que crecen jugando en la plaza...

A pesar de todo la vida perdona!
A pesar de todo y de todas las cosas...

12.6.06

Canción del forastero (Armando Tejada Gomez)



De que me sirve a mi la primavera
esta ciudad con plazas y alamedas
si en acontecer del día que se va
en toda esta ciudad nadie me espera
De que me sirve a mi tanto paisaje
el cielo cruel y azul la luna llena
Si en el anochecer de oscura inmensidad
en toda esta ciudad
no hay quien me quiera
Los ojos sin amor son ojos muertos
miran pero no ven la piel del día
la fiesta de color del pájaro y la flor
el rostro natural de la alegría
de que puede servir mirarnos si amar
los ojos sin amor no ven la vida
El solo marcha solo hacia la muerte
es como un forastero de los días
dirá que estuvo allí y no supo entender
los que se amaban sonreían
Un hombre una mujer por separado
son la mitad del ser
dos soledades

de que pueden servir si no pueden unir
en el río de un niño las dos sangres

31.5.06

Música: Armando Pontier / Miguel Caló Letra: Federico Silva

¡No estás!
Te busco y ya no estás.
Espina de la espera
que lastima
más y más...
Gritar
tu nombre enamorado.
Desear
tus labios despintados,
como luego de besarlos...
¡No estás!
Te busco y ya no estás.
¡Qué largas son las horas
ahora que no estás!...

Qué ganas de encontrarte
después de tantas noches.
Qué ganas de abrazarte,
¡qué falta que me haces!...
Si vieras que ternura
que tengo para darte,
capaz de hacer un mundo
y dártelo después.
Y entonces, si te encuentro,
seremos nuevamente,
desesperadamente,
los dos para los dos.

 

Hay un niño en la calle (Armando Tejada Gómez)

 

 

pintura de Carlos Terribili

A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
una oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre dl niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hombre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venían conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostil ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen,
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inútil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo.
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como una ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándose el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.

Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
qué historia les concierne,
qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco del aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en las fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son accionistas de los niños descalzos.

Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.

A esta hora exactamente,
hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle. . .

18.5.06

A imagen y semejanza (Mario Benedetti)

Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.

15.5.06

El amor es un centro (Mario Benedetti)

Una esperanza un huerto un paramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre

caliz y musgo / cruz y sesamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueno abierto
un centro con pocas filiales

un todo al borde de la nada
fogata que sera ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopia

es todo eso y mucho menos
y mucho mas / es una isla
una borrasca / un lago quieto
sintetizando yo diria

que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita

12.5.06

Cansado (Oliverio Girondo)


Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

(del libro  Persuasión de los dias - 1942)

Francisco luis Bernárdez


No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo tu perfecta espada.

No llames si la puerta está cerrada,
no llores si el dolor es más agudo,
no cantes si el camino es menos rudo,
no interrogues sino con la mirada.

Y en la calma profunda y transparente
que poco a poco y silenciosamente
inundará tu pecho de este modo,

sentirás el latido enamorado
con que tu corazón recuperado
te irá diciendo todo, todo, todo.

10.5.06

FRANCISCO VILLA

escuchar ADEFESIO MEDIEVAL






Adefesio medieval, engendro retrógrado,
Reprimido sexual, fósil anacrónico,
Tenebroso acusador, feligrés fanático,
Devoto inquisidor, moralista eufórico

Patológico enemigo del desnudo,
Pirotécnico tribuno del pudor,
Sedicioso promotor de ley y yugo,
Verdugo del mal parido pecador

Si dependiera de tu mano,
Dependiera de tu mano
Galileo seguiría condenado
Si dependiera de tu mano,
Dependiera de tu mano
El mundo aún sería plano


Adefesio medieval, ángel xenofóbico,
Nostálgico feudal, contrazurdo crónico,
Homofóbico ejemplar, racista frenético,
Funcionario imperial, capataz patético

Protagónico mentor de cacerías,
Doctorado en el arte de conspirar,
Carnicero de probada jerarquía,
Paladín del orden institucional

Adefesio medieval, intelecto frígido,
vocero celestial, comerciante místico,
Prepotente redentor, frivolero insólito,
Invocado protector, ignorante indómito

Parroquiano de cuarteles y juzgados,
Guardaespalda de familia y propiedad,
Hegemónico en burdeles y obispados,
Monopólico señor de la verdad

Adefesio medieval, excremento sólido.

8.5.06

FEDERICO GARCIA LOCA

Federico García Lorca (1898 - 1936)

LOS ENCUENTROS DE UN CARACOL AVENTURERO

Diciembre de 1918
(Granada)

A Ramón P. Roda.

Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud
de la Naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar, deseó
ver el fin de la senda.

Echó a andar e internose
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.

"Esos cantos modernos
-murmuraba una de ellas-
son inútiles". "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mi ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no lo crea.
Yo ya no canto más..."

Las dos ranas se quejan
pidiendo una limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.

Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.

"¿Es una mariposa?",
dice la casi ciega.
"Tiene dos cuernecitos
-la otra rana contesta-.
Es el caracol. ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"

"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella".
"Es un bicho muy cobarde
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
dice el caracol. "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí".
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?
"Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta".

"Cuando niño a mí me dijo
un día mi pobre abuela
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos".

"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
dicen las ranas furiosas.

"¿Por qué quise ver la senda?
-gime el caracol-. Sí creo
por siempre en la vida eterna
que predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan.
y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.

Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", dice muy triste
la rana herida y ciega.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Por qué... No sé por qué
-dice la rana ciega-.
Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."

El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
"Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita".

La hormiga, medio muerta,
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."
"¿Qué son las estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"Sí -repite la hormiga-,
he visto las estrellas,
subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas".
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son las estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza".
"Nosotras no las vemos",
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."

Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos; eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."

"Yo he visto a las estrellas",
dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya.
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera".

Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga, agonizando,
huele la tarde inmensa,
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella".

Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.

El caracol suspira
y aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin -exclama-.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas".

Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia,
y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto,
el paisaje contempla
.

5.5.06

PABLO NERUDA

.
 
Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena, dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.
 

28.4.06

CANCIÓN PARA UNA LÁGRIMA (escuchar)

Recitado

0Y ¡cuántos suspiros perseguidos!.
¡Y cuánta virginidad ahogando los sentidos
por temor al pecado!. ¡Cuánta hipocresía!
¡Qué naufragio de besos y latidos!
¡Cuánto amor y sueños reprimidos!
¡Cuánto fracaso! ¡ Cuánto olvido!
¡Qué soledad!
¡Ah el amor!, que cuando llega invade todo
lo nace a uno, cambia los colores, pone alas en
el alma, derriba fronteras de pudores,
deja una dulce angustia en los pechos,
un sol desesperado por la piel,
pone asombros de luz en los rincones,
un adiós pendiente en cada encuentro.
¡Ah! La caricia primera hiriendo de temblores
las alas de las manos nuevas,
¡Ah! La simple palabra del te quiero.
¡Ah! La manzana inocencia en las mejillas,
¡Ah! Los besos breves como mariposas copulando en el aire.
¡Ah! La lágrima.

Cantado

Era de nácar y luz,
esmeralda matinal.
Era un trino canto miel
en el pico de un gorrión,
tímido temblor, azul.

Era un suspiro de sol,
sobre un pétalo de flor.
Era un sueño musical
en el ala tornasol,
de una mariposa de cristal.

Así era la lágrima sentida,
la primera que en la vida,
nos llora el corazón.
Cuando la inocencia nos habita
y en el pecho nos palpita
cristalina una ilusión.

Hoy encuentro en tu mirar
esa lágrima de amor.
Quisiera ser un gorrión
para poderte robar
en un beso el corazón.

Quiero emborracharme con tu boca
las mariposas locas
del poeta que hay en mí.
Déjame una lágrima siquiera
para prendérmela al alma
cuando ya no estés aquí.

Recitado

Cielo claro, tarde clara,
y tus ojos, ¡ah tus ojos!
Dos círculos concéntricos
en el charco azul de tu mirada.
Cielo claro, tarde clara.
Y tu boca y tus besos una pena
que se me astilló en el alma.
Noche clara, claro cielo,
juntos soñamos atrapar en aquel
charco el lucero, porque
amando, hasta en un charco
cabe el cielo.
Tarde triste, triste cielo,
ya te has ido.
Buscar el olvido es hallar
el recuero.
Noche oscura, no hay lucero,
pero te quiero, tanto, tanto
que en un sola lágrima de mí
llanto cabe el cielo.

RAFAEL AMOR®

¡No hay justicia para los pobres en América!


"¡No hay justicia para los pobres en América!
...¡Oh, compañeros míos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y de la justicia para todos! ¡Este horror debe terminar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como mueren todos los anarquistas, altivamente, protestando hasta lo último contra la injusticia.
...Por eso muero y estoy orguloso de ello! No palidezco ni me avergüenzo de nada; mi espíritu es todavía fuerte. Voy a la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruída..."

 
Nicola Sacco
 
 
Esta sección de El Ortiba es un pequeño homenaje a la memoria de Nicola Sacco, italiano, militante anarquista, zapatero y padre de familia, injustamente acusado junto a Bartolomeo Vanzetti de un crímen que jamás cometieron, por lo cual fueron ejecutados en la silla eléctrica en 1927. Desde entones sus nombres quedarían indisolublemente unidos en la memoria colectiva como expresión de indignación ante la injusticia. Aunque Sacco y Vanzetti hubieran cometido realmente aquel delito, no terminarían en la silla eléctrica por ello sino en su condición de POBRES, EXTRANJEROS Y ANARQUISTAS. En 1977 -cincuenta años después de la ejecución- el Estado de la Unión se excusó públicamente por las graves fallas cometidas durante el proceso a Sacco y Vanzetti, proclamó su total y absoluta inocencia y pidió históricas disculpas, salvando "el buen nombre y honor" de los mártires. No hacía ninguna falta: Sacco y Vanzetti habitan la memoria de los pueblos, como símbolo y bandera de todo movimiento de liberación y del anarquismo internacional. Los pueblos no creen en historias oficiales.
                                                                                                            Horacio Sacco

20.4.06

JORGE LUIS BORGES

LA ESCRITURA DE DIOS


La cárcel es profunda y de piedra; su forma, la de un hemisferio casi perfecto, si bien el piso (que también es de piedra) es algo menor que un círculo máximo, hecho que agrava de algún modo los sentimientos de opresión y de vastedad. Un muro medianero la corta; éste, aunque altísimo, no toca la parte superior de la bóveda; de un lado estoy yo, Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom, que Pedro de Alvarado incendió; del otro hay un jaguar, que mide con secretos pasos iguales el tiempo y el espacio del cautiverio. A ras del suelo, una larga ventana con barrotes corta el muro central. En la hora sin sombra se abre una trampa en lo alto,, y un carcelero que han ido borrando los años maniobra una roldana de hierro, y nos baja en la punta de un cordel, cántaros con agua y trozos de carne. La luz entra en la bóveda; en ese instante puedo ver al jaguar.

He perdido la cifra de los años que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez era joven y podía caminar por esta prisión, no hago otra cosa que aguardar, en la postura de mi muerte, el fin que me destinan los dioses. Con el hondo cuchillo de pedernal he abierto el pecho de las víctimas, y ahora no podría, sin magia, levantarme del polvo.

La víspera del incendio de la pirámide, los hombres que bajaron de altos caballos me castigaron con metales ardientes para que revelara el lugar de un tesoro escondido. Abatieron, delante de mis ojos, el ídolo del dios; pero éste no me abandonó y me mantuvo silencioso entre los tormentos. Me laceraron, me rompieron, me deformaron, y luego desperté en esta cárcel, que ya no dejaré en mi vida mortal.

Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía. Noches enteras malgasté en recordar el orden y el número de unas sierpes de piedra o la forma de un árbol medicinal. Así fui revelando los años, así fui entrando en posesión de lo que ya era mío. Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una agitación en la sangre. Horas después empecé a avistar el recuerdo: era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió, ni con qué caracteres; pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá un elegido. Consideré que estábamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de último sacerdote del dios me daría acceso al privilegio de intuir esa escritura. El hecho de que me rodeara una cárcel no me vedaba esa esperanza; acaso yo había visto miles de veces la inscripción de Qaholom y sólo me faltaba entenderla.

Esta reflexión me animó, y luego me infundió una especie de vértigo. En el ámbito de la tierra hay formas antiguas, formas incorruptibles y eternas; cualquiera de ellas podía ser el símbolo buscado. Una montaña podía ser la palabra del dios, o un río o el imperio o la configuración de los astros. Pero en el curso de los siglos las montañas se allanan y el camino de un río suele desviarse y los imperios conocen mutaciones y estragos y la figura de los astros varía. En el firmamento hay mudanza. La montaña y la estrella son individuos, y los individuos caducan. Busqué algo más tenaz, más invulnerable. Pensé en las generaciones de los cereales, de los pastos, de los pájaros, de los hombres. Quizá en mi cara estuviera escrita la magia, quizá yo mismo fuera el fin de mi busca. En ese afán estaba cuando recordé que el jaguar era uno de los atributos del dios.

Entonces mi alma se llenó de piedad. Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en cavernas, en cañaverales, en islas, para que los últimos hombres lo recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar un dibujo. En la otra celda había un jaguar; en su vecindad percibí una confirmación de mi conjetura y un secreto favor.

Dediqué largos años a aprender el orden y la configuración de las manchas. Cada ciega jornada me concedía un instante de luz, y así pude fijar en la mente las negras formas que tachaban el pelaje amarillo. Algunas incluían puntos; otras formaban rayas trasversales en la cara interior de las piernas; otras, anulares, se repetían. Acaso eran un mismo sonido o una misma palabra. Muchas tenían bordes rojos.

No diré las fatigas de mi labor. Más de una vez grité a la bóveda que era imposible descifrar aquel testo. Gradualmente, el enigma concreto que me atareaba me inquietó menos que el enigma genérico de una sentencia escrita por un dios. ¿Qué tipo de sentencia (me pregunté) construirá una mente absoluta? Consideré que aun en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la noción de una sentencia divina parecióme pueril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra, y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo, mundo, universo.

Un día o una noche -entre mis días y mis noches ¿qué diferencia cabe?- soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárdel, y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando: con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil: la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: "No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable, y morirás antes de haber despertado realmente."

Me sentí perdido. La arena me rompía la boca, pero grité: "Ni una arena soñada puede matarme, ni hay sueños que estén dentro de sueños." Un resplandor me despertó. En la tiniebla superior se cernía un círculo de luz. Vi la cara y las manos del carcelero, la roldana, el cordel, la carne y los cántaros.

Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias. Más que un descifrador o un vengador, más que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado. Del incansable laberinto de sueños yo regresé como a mi casa a la dura prisión. Bendije su humedad, bendije su tigre, bendije el agujero de luz, bendije mi viejo cuerpo doliente, bendije la tiniebla y la piedra.

Entonces ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión con la divinidad, con el universo (no sé si estas palabras difieren). El éxtasis no repite sus símbolos: hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una Rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa Rueda estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que serán, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total, y Pedro de Alvarado, que me dio tormento, era otra. Ahí estaban las causas y los efectos, y me bastaba ver esa Rueda para entenderlo todo, sin fin. ¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro del Común. Vi las montañas que surgieron del agua, vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrás de los dioses. Vi infinitos procesos que formaban una sola felicidad, y, entendiéndolo todo, alcancé también a entender la escriturad del tigre.

Es una fórmula de catorce palabras casuales (que parecen casuales), y me bastaría decirla en voz alta para ser todopoderoso. Me bastaría decirla para abolir esta cárcel de piedra, para que el día entrara en mi noche, para ser joven, para ser inmortal, para que el tigre destrozara a Alvarado, para sumir el santo cuchillo en pechos españoles, para reconstruir la pirámide, para reconstruir el imperio. Cuarenta sílabas, catorce palabras, y yo, Tzinacán, regiría las tierras que rigió Moctezuma. Pero yo sé que nunca diré esas palabras, porque ya no me acuerdo de Tzinacán.

Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad.

17.4.06

MIGUEL HERNANDEZ

PARA LA LIBERTAD SANGRO

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.


Miguel Hernandez

16.4.06

Cesar Isella


Si algún golpe de suerte a contrapelo,
a contra sol, a contra luz, a contra vida,
te torna pájaro que quiebra el vuelo
y te revuelca con el ala herida.

Si hay tanto viento para andar las ramas,
tanto celeste para echarse encima
y pese a todo vuelve la mañana
y está el amor que su milagro arrima.

¿Por qué caerse y entregar las alas?
¿Por qué rendirse y manotear las ruinas?
Si es el dolor, al fin, quien nos iguala
y la esperanza quien nos ilumina.

Si allí un golpe de suerte a contrapelo,
a contra sol, a contra luz, a contra vida,
abrí los ojos y tragate el cielo,
sentite fuerte y empuja hacia arriba.
 
Cesar Isella

8.4.06

“TALARA”

"TALARA"
05/12/1959

Zona petrolífera del sur del Perú (Texto explicativo)

Talara, no digas "yes"

mira al mundo cara a cara;

soporta tu desnudez

... y no digas "yes", Talara.

Mi raza, al igual que tú

tiene sus zonas ajenas:

tú por petróleo en tus venas,

yo por ser como Esaú.

A veces no es el Perú

lo que está bajo tus pies.

Yo a veces cojo la mies

para que otro se la coma.

Si sólo es nuestro el idioma

Talara, no digas "yes".

Lo que ganas y te dan

recíbelo sin orgullo:

es un diezmo de lo tuyo,

es migaja de tu pan.

Y si acaso un holgazán

a patriota te retara,

deja que siga la piara

en su cuadrúpeda insidia;

si el mundo entero te envidia

mira al mundo cara a cara.

Pero cuando tus entrañas

ya no tengan más que dar

y no haya qué perforar

en tu mar ni en tus montañas;

cuando lagartos y arañas

a la "rotaria" hagan prez;

cuando la actual fluidez

se extinga como el ocaso,

contra el viento de "El Tablazo"

soporta tu desnudez.

Ese día está lejano

y ojalá no llegue nunca,

mas como todo se trunca

pensemos en todo, hermano:

Si te dedicas al grano

yo te traeré agüita clara,

y si en el desierto se ara

te serviré de semilla,

... y no dobles la rodilla,

... y no digas "yes", Talara.


NICOMEDES SANTA CRUZ

6.4.06

LA RUTINA (EL TREN)


Por la vía de los días, va la vida como un tren.
Como un tren desesperado, que no llega a ningún lado,
cada vez más apurado, más violento cada vez.
Va en su ritmo enloquecido, con su carga de oprimidos
van dormidos los cansados, la esperanza la colgaron
en el clavo del olvido, van sin fe, desengañados.
Desvalidos y alienados, idealistas y mendigos,
juntan sol en los bolsillos para el hambre o para el canto,
como pan o como rayo, como luz o como abrigo...
Donde van, donde van...
Prostitutas muy astutas, que se venden con descaro
mientras otras con recato, van rezando con mesura,
entre un cura y un soldado, un beato y una pura.
Traficantes opulentes, un verdugo asalariado, un fenicio con su oficio de estafarte más barato, una monja y su rosario, intrigantes, obsecuentes,
un cafishio un confidente, y burgueses, pobres gatos.

Poderosos empresarios, compran todo con denarios.
No le dan más importancia que a la pérdida o ganancia
de su imperio monetario. No les duelen las maneras,
son capaces por monedas, de llevarte hasta el calvario.
Pacifistas y exaltados, convencidos o comprados,
apocados triunfalistas, mequetrefes de la moda,
respetables sinvergüenzas que se mezclan con los sabios,
energúmenos de turno, moralistas en desuso,
con las vueltas de la noria, van perdiendo la memoria,
con la gloria y los abusos y el poder que los traiciona
se convierten en corruptos, los peores de la historia.
Donde van, donde van...
Van los nobles sin un cobre, van los pobres que son nobles, va el payaso y el gracioso, el obrero y el ocioso,
con el intelectualoide, el honrado y el mafioso,
va el burócrata y el ácrata, aristócratas y esclavos, nuevos ricos y enchufados, el tirano y el demócrata.
Llora el bueno, ríe el malo, el mediocre y el tecnócrata
el enano que ha crecido y se siente un dios subido,
a su triunfo de cartón, y que esconde en el dinero sus miserias de rastrero y su cola de ratón.
Va el idiota y el valiente, el patriota, el mercenario, el travestí y el fumado el eterno indiferente
que se esconde tras el diario, de sí mismo y de la gente. Van los niños olvidados, la ternura sin amparo,
la inocencia traicionada por tabúes, por engaños,
estos niños están listos y mañana marcharán
en el tren desesperado que no llega a ningún lado, que no sabe a donde va, con un grito desgarrado,
que lástima los costados de la enferma sociedad
Libertad, libertad, libertad...

Recitado

A la calle
a buscarlo al torbellino,
a la infame carrera sin sentido,
a poner el pie al que viene al lado.
A vender hasta la madre, a ser vendido.
A besar el pie del amo
a oxidarse en las fábricas, como una máquina más,
en el olvido.
O tragar siglos de sellos y de tinta,
ser un expediente más en la oficina.
Vamos, que el pan no nuestro de cada día
todo lo justifica.
Nada de versos, ni de pájaros,
no se permite, ni un sueño, ni poesía.
Los poetas están llenos de pájaros,
por eso, sueltan alas cuando abren la boca.
Compañera, si pudiéramos pararnos a oír
crecer los árboles, o intuir el aleteo
de las mariposas. Asombrarnos con los pequeños milagros
de la vida. Compañera, es que pasamos de largo casi siempre,
si pudiéramos amarnos sin violencia, lentamente,
abrirnos al sol de nuevo hijo sin pensar
si nos alcanza el bolsillo, cuando nos debería bastar la vida
para hacer la vida.
Si pudiéramos estar poro a poro y con todos los sentidos
latiendo en cada estambre, en cada pétalo,
en cada explosión vital, aún en la más mínima.
Vivir desde cada célula, intensamente pero en paz,
oler a rocío por las noches y a sol. En las mañanas
despertar sin que el martillo de los días
intente clavarnos un número a la espalda.
Si pudiéramos vivir, romper las cadenas.

RAFAEL AMOR®

CORAZÓN LIBRE


Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan.
No los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas.

No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.

Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras.
Se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces corazón, destrózalas y vuela.

No te entregues corazón libre...

No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas.

No te entregues corazón libre...

Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.

No te entregues corazón libre...

RAFAEL AMOR®

1.4.06

NO ME LLAMES EXTRANJERO

No me llames extranjero, por que haya nacido lejos,
O por que tenga otro nombre la tierra de donde vengo
No me llames extranjero, por que fue distinto el seno
O por que acunó mi infancia otro idioma de los cuentos,
No me llames extranjero si en el amor de una madre,
Tuvimos la misma luz en el canto y en el beso,
Con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo,
Mejor saber donde vamos, adonde nos lleva el tiempo,
No me llames extranjero, por que tu pan y tu fuego,
Calman mi hambre y frío, y me cobije tu techo,
No me llames extranjero tu trigo es como mi trigo
Tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
Y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero por que me trajo un camino,
Por que nací en otro pueblo, por que conozco otros mares,
Y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el
Adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos
Lejos, los amigos que nos nombran y son iguales los besos
Y el amor de la que sueña con el día del regreso.
No me llames extranjero, traemos el mismo grito,
El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
Los que roban los que mienten los que venden nuestros sueños,
Los que inventaron un día, esta palabra, extranjero.

No me llames extranjero que es una palabra triste,
Que es una palabra helada huele a olvido y a destierro,
No me llames extranjero mira tu niño y el mío
Como corren de la mano hasta el final del sendero,
No me llames extranjero ellos no saben de idiomas
De límites ni banderas, míralos se van al cielo
Por una risa paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero piensa en tu hermano y el mío
El cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo,
Ellos no eran extranjeros se conocían de siempre
Por la libertad eterna e igual de libres murieron
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
Y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

RAFAEL AMOR®

30.3.06

Derribando la 5ª pared...

Y la muerte no tendrá señorío
Y la muerte no tendrá señorío.
Desnudos los muertos se habrán confundido
con el hombre del viento y la luna poniente;
cuando sus huesos estén roídos y sean polvo los limpios,
tendrán estrellas a sus codos y a sus pies;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo,
aunque los amantes se pierdan quedará el amor;
y la muerte no tendrá señorío.
Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
los que yacen tendidos no morirán aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
y los penetrarán los daños unicornes;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá señorío.
Y la muerte no tendrá señorío.
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron ni levanten
ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los cadáveres martillearan margaritas;
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá señorío.
Dylan Marlais Thomas
Dylan Marlais Thomas Poeta, escritor de cuentos y dramaturgo galés nació en Swansea (fals), hijo de un maestro de gramática inglesa, Dylan (nombre que etimológicamente se traduce como hijo del oleaje) Marlais Thomas rechazó tempranamente los estudios formales en aras de una educación autodidacta, con la suerte de no tener que trabajar hasta bien entrada la madurez: "No fui a la Universidad. No soy, sin embargo, un desempleado por la mera razón de que nunca fui empleado...". Su primer libro se llamó"18 poemas".Se instaló en Londres (y dijo "Londres era el infierno")ciudad donde comenzó el abrigo de nuevas amistades literarias importantes, acentuó las borracheras y publicó en las revistas de vanguardia de la época. En 1936 apareció su poemario "25 poemas" . Falleció en Nueva York el 9 de noviembre de 1953 a las 12:40hs en el Hospital St. Vincent de Nueva York, cuatro días antes había entrado en coma etílico.

29.3.06

Jaime Sabines

No es nada de tu cuerpo

No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

27.3.06

“LA PELONA”20/02/1959


Cómo has cambiado, pelona
cisco de carbonería
te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.

Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,
y tu cabeza de bruja
la amarraste con peinetas.
Por no engordar sigues dietas
y estás flaca y hocicona.
Imitando a tu patrona
has aprendido a fumar.
Hasta en el modo de andar
cómo has cambiado, pelona.

Usas reloj de pulsera
y no sabes ver la hora.
Cuando un negro te enamora
le tiras con la cartera.
¡Qué...! ¿También usas polvera?
permite que me sonría.
¿Qué polvos se pone usía?:
¿ocre? ¿rosado? ¿rachel?
o le pones a tu piel
cisco de carbonería.

Te pintaste hasta el meñique
porque un blanco te miró.
"¡Francica, botá frifró
que son comé venarique...!"
Perdona que te critique,
y si me río, perdona.
Antes eras tan pintona
con tu traje de percala
y hoy, por dártela de mala
te has vuelto una negra mona.

Deja ese estilo bellaco,
vuelve a ser la misma de antes.
Menos polvos, menos guantes,
menos humo de tabaco.
Vuelve con tu negro flaco
que te adora todavía
Y si no, la policía
te va a llevar de la jeta
por dártela de coqueta
con tanta huachafería.

NICOMEDES SANTA CRUZ